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Un “positivo” regreso

Texto por: Juan Pablo Guarín

Después de muchos meses de encierro y de aislamiento, llegó el primer fin de semana con puente festivo, el del 12 de octubre y lo único que queda claro es que la pandemia no nos ha enseñado nada.

El martes fueron muchas las personas que compartieron imágenes de cómo quedaron las riveras de los ríos Cocorná, Santo Domingo, El Melcocho, entre otros, luego de un fin de semana en que miles de personas se acercaron a estos lugares y sin ningún tipo de protección, ni distanciamiento y sin siquiera un poco de respeto por la naturaleza, abusaron con su presencia de estos sitios naturales.

De por sí, el turismo en Cocorná ya estaba desbordado y está claro que los visitantes se creen con el derecho de dejar el municipio en cualquier condición, cual si fuera la “zona de tolerancia”, donde se puede hacer de todo sin dios y sin ley, pero en esta oportunidad, esto, ya de por sí grave, estaba acompañado de una situación nueva para la humanidad: una pandemia.

¿Qué pasará por la cabeza de las personas que de cualquier manera sale a disfrutar de estos paisajes, pero que no tienen siquiera un mínimo de cuidado por ellos mismos y por el ambiente? ¿Será que creemos que la pandemia es asunto del pasado y que todo en el mundo vuelve a ser normal? ¿O será precisamente ese miedo a un nuevo encierro y una respuesta a ese represamiento de medio año sin poder salir lo que ocasiona tal desborde?

Y está claro que no sólo fue Cocorná, si se observa cualquier medio, todos hablan del desborde que significó este puente festivo para todos los municipios turísticos. Y está claro también que no es culpa de las autoridades; es culpa de la inconciencia colectiva que tiende a la destrucción, a los excesos, al desorden.

Haciendo una reflexión, se entiende a partir de aquí el porqué de la destrucción del mundo, antes uno preguntaba cómo es posible que el hombre destruya su hogar y la respuesta llega justamente con esta situación; ¿cómo no va a destruir su casa, si está dispuesto incluso la destruirse a sí mismo? Pareciera que el instinto de conservación y la razón estuvieran desapareciendo de la raza humana.

Qué triste ver todo el desorden ocasionado este fin de semana, pero más triste aún, comprobar que al ser humano no lo cambia nada, ni siquiera la inminencia de la enfermedad y de la muerte.

¿Tendremos futuro así? Hay porqué dudarlo.

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