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La leyenda de María Parda

Bajo el humo de un fogón de leña escuché una historia, y sin caer en la cuenta, con los ojos abiertos me sumergí en los sopores del café caliente y enérgicamente entendí la historia de una tal María Parda.
María del Pardo, morena esclavista, esposa y viuda de un don señor muy importante, minero acaudalado y bonachón, después, fue esposa y viuda de coronel o capitán o general o lancero del ejército nacional.
El caso es que tenía varias minas de oro, y tanta era su sed por aquel fulgurante metal, que todo lo escondía cual, si fuera un usurero dragón, y poco le interesaban las cuestiones de la vida plebeya.

Con más de 500 esclavos drenó las minas de oro de Cocorná y Granada.

Cuando no hubo más oro que sacar, enloqueció de avaricia y montó su caballo negro.

Si hasta este momento de la historia, Doña María del Pardo tenía mala fama, pues como es que le dio por arrancarle las campanas a la iglesia de Cocorná que en ese cuando, eran de oro puro, y para los que no saben de oros ni tañidos; esas campanas retumbaban desde el parque principal hasta las ochentaipico de veredas que tenía Cocorná.

Como es que la Doña se montó con las campanas al caballo y escapó, llevándose la felicidad de los fieles; sin dejar huella alguna desapareció. Acto seguido se le fueron encima, en una maniobra de persecución sin precedentes, todos los policías del pueblo, los fieles la iglesia y una jauría de chismosos.

Sintieron relinchar un animal grande y se dieron a lo que es el seguimiento.

Con antorchas y todo, se le fueron encima, persiguiéndola por el camino que hoy es la salida del cementerio.

La persiguieron exactamente 7 kilómetros con 175 metros, hasta que la presunta bruja acorralada se lanzó de un puente con caballo, campanas y todo. El peso de las campanas hundió el caballo que nunca salió.

Por el contrario, Maria Parda, nado con destreza y logró huir saltando entre las piedras e internándose en el bosque.

Al día siguiente, con la primera luz del sol, se vieron claramente las pisadas de María Parda fundidas como un molde en las piedras del Río Cocorná.

Y si a estas alturas de la historia, todavía no estaban seguros de la brujería de María Parda, como les parece que se escucharon las campanas doblando claramente dentro del río; varias personas saltaron al agua creyendo poder salvar las campanas y por poco perdieron la vida.

Dicen los que vivieron y contaron, que mucho tiempo la vieron por ahí rondando el río y las campanas, alimentándose únicamente de mazamorra que pilaba en el hueco de una roca, cabe anotar que el hueco fue hecho por ella misma.

Las campanas todavía se escuchan bajo el agua, si uno pone las orejas en el fondo del charco.
El problema radica en que el charco tiene más de 5 metros de profundidad.

El relinchar de un caballo me sacó del ensueño, y sin darme cuenta ya me había tomado como 10 tintos.

Después de unos minutos, sonaron las campanas del pueblo anunciando el Ángelus y yo me pregunté por las campanas de oro y el destino de María Parda.

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